Por Mar Morales
El periodismo mexicano se encuentra de nuevo de luto.
Ayer fue otro colega, el periodista Julio Valdivia, colaborador del Diario El Mundo de Córdoba, quien fue ultimado y decapitado para después ser abandonado en las vías del tren.
Los lamentable hechos ocurrieron en el municipio de Tezonapa de este estado de Veracruz.
Valdivia cubría la nota roja y abordó temas del crimen organizado en el mencionado medio de comunicación, uno de los de mayor circulación en la zona.
Julio es el tercer periodista asesinado en lo que va del sexenio del actual gobernador, Cuitláhuac García Jiménez.
Por supuesto que estas notas nos llenan de coraje e impotencia.
Nuestro país sigue siendo uno de los más peligrosos para ejercer esta profesión que tanto amamos la mayoría de los que la ejercemos. Y no sólo eso, es de las peores pagadas pese a las largas jornadas que a diario trabajamos.
Me entero, y más coraje y tristeza me da, que el periodista conocido entre el gremio como “el tigre del norte”, ganaba sólo 1000 pesos a la semana, y que durante la pandemia su salario se redujo a la mitad.
Así en esas condiciones precarias e inhumanas vemos una vida más extinguirse, la de Julio Valdivia, quien, según cuentan sus allegados, ya había sido amenazado de muerte y no obtuvo protección, pese a que esto fue desmentido en un comunicado de la Comisión Estatal para la Atención y Protección de los Periodistas, donde se lamenta y reprueba el terrible asesinato, haciendo un llamado a las autoridades a investigar a fondo.

El municipio en el que el reportero trabajó en vida, en la zona limítrofe de nuestro estado con Oaxaca, es considerada refugio de bandas criminales y esto hacía más peligroso su oficio, que de por sí, y según registros de la organización Reporteros sin Fronteras, ejercer el periodismo en nuestro estado puede ser letal más si se cubre la nota roja, ya que Veracruz es uno de los estados de más alto riesgo.
Tan es así, que de diez años a la fecha, se han reportado 24 asesinatos de periodistas, sin que no pase de “comprometerse a seguir las líneas de investigación”o que incluso se revictimice al fallecido, queriéndolo culpar, a veces, de tener algún nexo criminal que fuera la causa de su ejecución.
EL ÚLTIMO ADIÓS
A Valdivia le sobreviven seis hijas pequeñas.
Hoy sus restos fueron velados y sepultados en su comunidad. Hasta ahí llegó el representante de la Comisión Estatal para la Atención y Protección de los Periodista, Jorge Morales, quien brindó apoyo a los deudos, reconociendo que la zona donde trabajaba el periodista está tomada por la delincuencia y se encuentra en “descomposición”.
Los deudos se mostraron herméticos y no dieron ninguna declaración.
Pedir que se haga justicia suena a cliché pero es necesario, qué digo necesario,es urgente.
Deseo, de todo corazón, que las autoridades atiendan.
Descanse en paz, Julio Valdivia.